Dicen que el cielo de Lima en invierno es del color de la panza de un burro, aunque Alfredo Bryce, autor al que acabo de tener el gusto de conocer, gracias a una amiga maldonadense, y deseaba hacerlo desde hace algún tiempo, dice que bien pudiera ser del color de la barriga de un cachalote muerto, pero que ácido que es este señor. Lo cierto es que la garúa humedece las calles de amanecida, el día es gris, plomizo, y a mí siempre se me viene a la cabeza, desde que vine, desde que pise Lima, aquella frase referida a otra parte del Pacífico, "el invierno más frío de mi vida lo pasé un verano en San Francisco", pero es por contraste, que acá ni en invierno merece la pena llamar frío a eso, aunque en las zapaterías no venden sandalías en esta época, que no he encontrado, lo juro. En fin, no sé si Mark Twain, impenitente viajero, conoció la corriente de Humboldt y la panza de plomo de Lima, aunque me da a mí que no, él se lo pierde, qué se le va a hacer.
Lima, donde el río es hablador, el Rimac, "río que habla", literalmente, gracias amigas cuscolimeñas, sigue donde estaba cuando empecé esto. Y yo de nuevo en Miraflores, en el pequeño "bed & breakfast" a 30 dólares con desayuno, ha de ser así, con ese nombre, claro, San Martín con Avenida Larco, lo más "fashion" de Lima es en promedio tres veces más caro que la media del país, eso sin entrar en el San Martín, precisamente, que supongo que ahí te clavetean.
Lima, donde se mezclan todas las razas de éste y del otro lado del océano, pero ahora, digo, casi siempre es el Atlántico, aunque también hay asiáticos, por supuesto, faltaría; cuando llegué no tenía ojos para las caras, aunque miraba, y miraba, lo juro, pero un ciego no puede ver. Ahora miro, y veo una nariz andina, y una de la selva, y unos ojos de pupila negra que sobrepasa los párpados, y determino la mezcla de razas, y los ojos rasgados, y también los rasgos pertinentes, afilados de un serrano, y el pelo azabache de una amazónica, y me emociono, y veo que veo más que cuando vine, y veo que al menos soy ya tuerto, pero que tengo que ver más, que aún no lo veo todo, o una buena parte, que aún miro a medias.
Lima, la ciudad de los reyes, qué poco original este Pizarro, supongo que por no ser menos que el Cusco, la ciudad imperial, pero como quedándose corto, qué cutre. Una noche más, y mañana otra, y luego me voy. Me vuelvo ya casi, en horas, a España, a Madrid, a Sigüenza, al otro lugar del universo. Qué se le va a hacer.
06 septiembre, 2006
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4 comentarios:
Julio, como siempre, encantada de leer tu crónica (ya me he puesto al día). Te deseo un feliz viaje de regreso, no queda más remedio...porque todo termina ¡hasta las vacaciones!...¡ah! por cierto, espero que el año que viene (o cuando te parezca y apetezca) vuelvas a viajar (a donde sea, nacional o internacional) pero que continúes con la sana y cultural costumbre de los "cuadernos de viaje" en blog, sobre todo para deleite de amigos y familia que seguimos tus andanzas, enganchados, como si de culebrón venezolano se tratase. Un beso. Nos vemos.
Raquel
P.D.: Nacho: ¿te ha dado ya este hombre la terminal y el número de vuelo? porque a mí lo de Amancio me tiene preocupada. Otro beso.
Bueno Julio, como decimos aca, el que tenga examen el lunes que se joda. Buen viaje y nos tomamos unas cuantas en Sigüenza.
Bueno, técnicamente hablando los que tienen examen el lunes son mis alumnos. Pero sí, que se joda...
Raquel: bueno, había una moción por ahí para pagarme los viajes y que luego yo escribía y eso, jeje. Yo ya he dicho que vale, que me convence... Un beso.
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