09 septiembre, 2006

Simetría

En Saga Falabella ya anuncian la moda para la primavera-verano, y yo atravieso el óvalo de Miraflores, en taxi, en dirección al aeropuerto. Mi última carrera en Lima se la debo a Fernando, taxista joven pero que sí es conversador. El avión despega indolente, cruel, como si con él no fuera la cosa, y yo empiezo a mirar que me alejo, y al pensarlo me sale esa jota que es hache aspirada, qué rabia me dá, nostalgia en estado puro, unas horas y de nuevo el español áspero de la Península. Una mirada fugaz a Lima, que ciudad más insufrible, qué bien suena esa palabra, me encanta Lima, nunca podría vivir en ella, y ya estamos dentro de la panza del burro. La orografía tremenda de los Andes aparece en un instante más, ese paisaje interior que ya es mío, me gustaría ver los nevados que destacan al fondo rodeados de verdor, en época de lluvias, en el invierno de los serranos que es el verano de los limeños. Me prometo hacerlo, y poco después las nubes empiezan a invadirlo todo. Los monitores de vuelo de la cabina de pasajeros indican que ya estamos saliendo de la Cordillera. La ceja de selva está bajo nuestros pies y un poco más allá, entramos en la Amazonía, con sus nubes salpicadas, cúmulos como rebaños de ovejas gigantes que dejan entrever la selva. La linea que traza la trayectoria a seguir en los monitores es larga, un arco inmenso, todavía lo estamos recorriendo en su primera parte. Sudamérica en el mapa se antoja amplia, anchísima, todo un inmenso jardín es Sudamérica. Puedo decir que hoy he comido en Manaus por primera vez en mi vida, bueno a sólo diez kilómetros, que es la altitud de vuelo. Me quiero imaginar sus mercados de pescado del gran río. Me quiero ver en ellos, sé que alguna vez será, seguro. La linea roja de la trayectoria se sigue recorriendo en el monitor. En un momento dado, cortará el Ecuador terrestre. Durante el viaje cambiaremos un hemisferio por otro. Y un continente por otro. Un océano por otro. Una orilla de un enorme mar por la otra. Cuando vamos a salir al mar, empieza a caer la noche, y el rojo de la raya del crepúsculo rodea al avión completamente, como una corona, por encima de las nubes. El avión vuela al encuentro del sol, o el sol al encuentro del avión, o quizá sea la tierra la que se va encogiendo, acercándo entre sí todo lo que flota en su derredor, quizá la distancia no sea tal, sino un estiramiento del espacio, un alargamiento del tiempo. En pleno mar, la luna tamiza el gris de las alas del avión, que brillan bajo su magia, en el fondo sólo se ven nubes, un mar de nubes que es atlántico, el de los atlantes, y representa el alejamiento con jota áspera. Cuando empezamos a vislumbrar las luces de los pueblos del sur de Madrid, el avión va perdiendo altura y ya hemos completado todos los cambios que había que realizar. Hemos atravesado la Cordillera que merece recibir tal nombre, una selva que es la selva, un continente de inmensidades, y, además, un océano y media península. Atlas de geografía condensada. Aunque no las veo, las estrellas ya han cambiado en la bóveda celeste, el alba despunta en el horizonte cinco horas antes de lo que indica mi reloj biológico, dos amaneceres en diecinueve horas, la cruz del sur ya se ha perdido y en el lado opuesto del cielo habrá salido la estrella polar, la luz trémula se asoma por encima de los relieves de la Sierra de Madrid, y Dos Hermanas, o Peñalara, son remedo inconsciente del Huascarán, de la Sierra de Vilcanota. El cambio ya está hecho, pero el corazón aún se debate en la interfase de dos mundos, un pie ya a punto de tomar tierra, el alma entera todavía atrapada en un nevado, en una selva, en una niña de carita sucia. En el avión, una muchacha menuda al otro lado del pasillo, un metro de distancia, lee una carta que es de amor, porque la primera palabra escrita y subrayada, en grandes letras, es esa, precisamente, la palabra amor. Lo veo de refilón sin poder evitarlo a la vez que aparto la vista, la carta es suya. Yo estoy ordenando notas en mi libreta, no quiero olvidar absolutamente nada, sé que es imposible, me duele, ella, después, abre algo que parece un diario, y escribe. Después veo que es peruana, a ella le dan la tarjeta de inmigración, a mí no, en ese momento percibo la simetría. En tierra, me espera Nacho, que me devolverá a Sigüenza, el otro lugar del universo. Nacho, hoy, además de un amigo es un símbolo. El símbolo de conexión que me enlaza con otro mundo, que me ofrece el testigo, el relevo, que representa la unión y el intermedio entre las partes, como la chacana inca, como el mismo Cusco. Atrás queda todo. En unas horas he cambiado un hemisferio por otro, un continente por otro, una orilla por otra, unos amigos por otros. Atrás queda todo. Hay que empezar de nuevo. La memoria persistirá incompleta, imperfecta, quien pudiera grabar cada segundo de su vida, daría un mundo por grabar cada segundo de mi vida, la memoria persistirá incompleta, escasa, cómo odio a la memoria, tan escasa. El otoño empezará enseguida, amarillearán las copas de los árboles, nacerá el verdor y la humedad en las campiñas, y pronto lo sucederá el invierno con sus rigores. Mientras, en Saga Falabella, las limeñas, qué gentilicio más hermoso, comprarán la última moda primavera-verano.

5 comentarios:

Zully dijo...

Amigo que pena me da leerte, pero es verdad todo se llega a olvidar todo pasa, hasta lo que creemos que jamas olvidaremos...es la ley de la vida el llegar a ser sin proponernos INGRATOS, no sabes cuanto dolor se siente por mas que uno no quiere olvidar la amabilidad y cariño que nos brindan en un lugar...me ha pasado muchas veces por mas que no quiera desearía llñevar a todos permanentemente en mi pensamiento y no se puede...
cuidate mucho..que viva la modernidad, el internet y el telefono ya que esto acerca a las personas!!!!

nacho dijo...

Después de un viaje de largos dias, como ha sido el caso de mi amigo Julio, uno no sabe cómo encontrará a esa persona , pero sí sabe que encontrará al amigo.
Y así es o en este caso así ha sido.El Julio que se fue hoy es otro más enriquecido,más viajado, más cosmopolita, pero el amigo sigue siendo el amigo.Más amigo.
Ocurre alguna vez que no sabes cual va a ser la respuesta cuando encuentras al amigo y uno se da cuenta que sí que es tu amigo, que lo has echado de menos, que te alegras muchísimo de verlo y que estás deseando de tenerlo al lado ( valga el egoísmo)para que te cuente todas las experiencias que has vivido.
Se que hoy lo engañaré paa que haga un esfuerzo y cambie sus eueño por una conversación de ntro de las muchas que le quedan para contarme lo que no ha plasmado en su fascinante blog.
Julio, amigo bienvenido.

P.D. Zully bienvenida al blog.

Julio dijo...

Zully, corazón, la entrada la escribí con los ojos húmedos y ahora que la he releído se me han vuelto a humedecer. Mi principal motivación personal para escribir durante el viaje estas notas fue poder guardar en la memoria algunos detalles que no quisiera olvidar. Por eso el cuaderno es tan personal, tan íntimo, a pesar de que no me importa compartirlo. De cualquier forma los detalles se olvidan, amiga mía, pero hay cosas, y sobre todo personas, que quedan y quedarán grabadas para siempre. Que no te quepa la más mínima duda.

Julio dijo...

Nacho, pues a juzgar por los resultados, te saliste con la tuya, jaja. Creo que estoy entrando en pleno síndrome postvacacional, como decía Beatriz hace unos días, aunque en mi interior reconozco que no me gusta llamar vacaciones a la experiencia que he vivido, mucho menos hacer turismo. No sé, siempre me ha encantado la palabra "viajar", así, sencilla. Qué poca gente viaja hoy en día en realidad...

Zully dijo...

eso es lo maravilloso que a pesar de todo siempre recordamos lo que mas queremos...gracias por la bienvenida Nacho