A las ocho de la mañana tomo el autobús en Huánuco con destino a Cerro del Pasco. El recorrido discurre al principio por paisajes de sabana andina, el piso de vegetación en el que está construido Huánuco (alrededor de 2000 m), una formación con cactáceas, pitas, puyas y otras formas resistentes al agua, además de algún árbol de copa plana, con aspecto de acacia. En realidad se trata de un paisaje de sabana muy transformado por la agricultura, especialmente en el valle, muy fértil. Pero la carretera sube vertiginosamente; estamos en la cabecera del Huallaga, y sus fuentes están en las laderas de Cerro del Pasco, hacia donde ascendemos pasando rápidamente a magníficos paisajes de puna andina.
Cerro de Pasco o el nudo de Pasco, este enclave geográfico, es un punto (nudo) en el que confluyen entre sí las tres cordilleras paralelas de los Andes del Perú antes de volverse a separar de nuevo hacia el norte, formando de nuevo tres cordilleras: occidental, central y oriental. El otro gran nudo es el de Vilcanota, justo al sur del Cusco, que se abre al sur esta vez en sólo dos cordilleras, occidental y oriental, dejando entre las dos el lago Titicaca y el altiplano, mayoritariamente boliviano.
En el nudo de Pasco, la minería de metales, tan abundante en la cordillera, ha generado un enclave gris y polvoriento, de casas destartaladas de bloque de cemento y chapa, que es la localidad de Cerro de Pasco. Es la población (60000 habitantes) situada a mayor altitud del Perú (4350 m) y una de las más altas del mundo. Su ferrocarril, antaño de pasajeros, hoy casi exclusivamente minero, era el que circulaba a mayor altitud en el mundo hasta que hace pocos meses inauguraron los chinos el del Tibet. En Cerro de Pasco tomo un colectivo (medio de transporte consistente en compartir el taxi entre varios) en dirección a Tarma, mi objetivo de hoy. El viaje discurre en primer lugar de Cerro a Junín atravesando una inmensa planicie de puna a unos 4000 metros y, durante muchos kilómetros, recorriendo la orilla del lago de Junín, gran superfice acuática, la segunda de todos los Andes después del Titicaca (más de 30 km de longitud), poblada por grandes colonias de aves... en la parte no contaminada por las minas (aunque yo sólo aprecio desde el coche un inmenso humedal bellísimo con las cumbres del fondo reflejándose en las aguas).
En el colectivo se ha montado un señor, Iván, que resulta ser docente de la universidad de Tarma, en el campus de Cerro de Pasco, y que vuelve a su casa por el fin de semana. A veces pienso que Wiracocha, Quilla y la mismísima Pacha se han conjurado para mandarme gente interesante en este viaje.
Iván me habla de la situación de la docencia y la investigación en los Andes, de sus necesidades y carencias, de sus lineas de trabajo. Hablamos de los cultivos andinos, de sus posibilidades de exportación, de la quinua y de las variedades de papa, de la lana de alpaca y de vicuña, de la cría del cuy (el cobaya) para el mercado asiático o el de inmigrantes andinos en Europa, de la planta de la maca, cultivo de origen preincaico reputado como potente reconstituyente entre otras cosas que ya imagináis (algo así como el ginseng asiático). Mientra, el paisaje va pasando. Iván me muestra grandes extensiones de cultivo de maca que a mí me hubieran pasado desapercibidas: su cultivo se asemeja a una extracción natural, sin arado, abonado, regado ni nada parecido; casi parece la misma puna sin transformar. Veo por primera vez llamas y alpacas pastando (las dos variedades domésticas de camélidos andinos), a menudo mezcladas con ovejas o aún vacas. También vemos cuatro o cinco ejemplares de vicuña bebiendo en una charca (camélido andino silvestre con la mayor parte de su población en Perú; el guanaco, la otra pequeña llama silvestre, está entre Perú y Bolivia; de la vicuña se extrae la más fina de las lanas del mundo; para ello se procede de modo parecido a como se hace en Asturias con la "rapa das bestas": rodeando y reuniendo los rebaños momentaneamente para la esquila). En fin, Iván y yo acabamos comiendo juntos en Tarma, y el parte hacia su casa, en la capital del departamento (Huancayo), no sin antes intercambiar, una vez más, datos de contacto (como pierda la libreta me da algo...; tengo que comprar otra y almacenar esta en la mochila para prevenir). Y quedo invitado en su casa si salgo del valle de Canchamayo antes de que termine el fin de semana, que el volverá a Cerro de Pasco.
Tarma es, como ciudad, lo mejor que he visto hasta ahora para mis preferencias. Es la capital de su provincia, pero hay que considerar que el término municipal de Sigüenza en España es mayor que muchas de estas provincias. Por tanto podemos imaginar Tarma como una pequeña capital comarcal, muy del estilo de nuestra ciudad castellana. De hecho me recuerda en muchos aspectos a Sigüenza. Una ciudad de mil o pocos más habitantes, enclavada en la sierra, a 3000 m de altitud, pero ya en tránsito hacia las tierras bajas (con la selva central a tiro de piedra), con un clima, por ejemplo hoy (que es invierno), para ir en camiseta por el día y con un jersey (esto es, con una chompa) no muy gruesa por la noche. Es, además, la primera ciudad en provincias en la que veo un casco urbano central algo conservado, sin el destartalamiento habitual, con una plaza mayor con edificios coloniales y un bonito jardín central con araucarias y palmeras y con algunas calles alrededor con edificios "tipo travesañas", salvando las distancias, es decir, como dicen aquí, "de materiales nobles", que pueden ser teja árabe, algunas balconadas coloniales de madera y ladrillo de verdad o al menos adobe bien rematado y pintado. La ciudad respira calma, tienen todos los servicios básicos (incluidos un par de bancos) y, al ser un centro turístico relativamente cercano a Lima, la gente no te mira por la calle como si fueras lo que eres, es decir, extranjero. Y lo mejor: todo sin el agobio de Huaraz, donde la aglomeración humana es extenuante. En fin, de todos los sitios que he visto hasta ahora, Tarma es el primero que se acerca de alguna manera a un lugar donde radicar allende el Atlántico...
04 agosto, 2006
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3 comentarios:
Muy cursi me ha quedado el post anterior así que tengo que resarcirme.
No habías escrito aún la idea de ver un lugar en el que vivir en un futuro, pero me temía que tendría que leerlo en algún momento.
Eso no se lo diré a tu madre, para no entristecerla después de la alegría que tuvo ayer al decirle que era muy probable que regresaras acompañado...jajaja.
Lo dicho más abajo, cuídate Julio.
Na, tranqui. Para que me dé una pájara semejante me tiene que cuadrar muchíiiisimo. Lo que si estoy sintiendo es la famosa "llamada de la selva". Ya ves. Uno que va de austero, de punas y demás, y parece que le ha picado el bicho de la exhuberancia. Será la edad...
Julio, ya tengo el blog más o menos actualizado a partir de aquí intentaré ir colgando cosas cada dia.
Esta mañana me dijo tu primo Chele que un montañero español habia fallecido en los Andes y nos sobresaltamos, pero afortunadamente venia el nombre del fallecido y nos quedamos más tranquilos.
Si no puedo conectarme esta semana, ya sabes cuídate Julio.
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