Un apunte rápido, situarnos nada más. Llego a Lima sin hotel reservado, que uno ya va criando callo en estas lides, y me dirijo directo a Miraflores, el barrio más tranquilo, más que nada para no pensar mucho, pero también porque en este barrio están la mayoría de agencias de viaje y oficinas de lineas aéreas. Encuentro alojamiento en quince minutos.
Miraflores sigue donde está, con su parque Kennedy, una pequeña zona verde muy bien cuidada que hace de centro del distrito junto con el inmediato Óvalo de Miraflores, que no es más que una rotonda en la que confluyen las calles más grandes y que de óvalo no tiene nada por más que es redonda como el sol de los Incas. La calle principal, centro comercial y financiero del distrito, que es casi como decir de Lima, es la Avenida Larco, que empieza en el óvalo y termina en el mismísimo Pacífico, concretamente en el Larcomar, nombre original donde los haya, el cuál no es más que el mayor y más chupi de los centros comerciales de Miraflores, algo así como un Alcampo grandote con varias plantas, sitios estupendos para cenar, terrazas interiores abiertas y otras que dan al océano, etc. El océano, este Pacífico que hoy también está cabreado, como de costumbre sea en el sur o sea en el norte; no sé quién le pondría ese nombre tan poco afortunado.
Al levantarme por la mañana, soluciono lo importante en cuanto a pasajes para la práctica totalidad del resto del viaje. A eso vengo a Lima además de a buscar enlace hacia el sur. En concreto, he conseguido cerrar la vuelta a España para el día 8 de septiembre. Quería haber vuelto un poco antes, hacia el cuatro o el cinco, pero están todos los vuelos ya llenos, y un asiento que tenía para el 3 lo he perdido por intentar un cambio en el vuelo que prepagué a Iberia en mi partida (que me devolverán a la vuelta) por culpa de su mala información (Nacho Sanz sabe algo de esto), y, de nuevo, por tener que esperar demasiado en sus ventanillas, cuando en las demás lineas aéreas me han atendido enseguida. Al final, vuelo con Air Madrid. Llegaré a Barajas el día 9 a las siete de la mañana.
La otra gestión que tenía que hacer era comprar pasaje aéreo para el Cusco. Y lo consigo en cuanto abren las oficinas de Aerocóndor, a las nueve en punto de la mañana. Vuelo mañana; salgo de Lima a las 7 de la mañana y aterrizaré en la Ciudad Imperial a las 8. Por carretera me hubiera costado dos días.
No cuento más. Ya está el blog al día y ya sabéis de mis pasos. Seguiré informando desde el Cusco. Ahora estoy en una sala de ordenadores enfrente del Parque Kennedy, muy cerca de donde estoy alojado. Pero me voy con prisa. Resulta que he quedado.
10 agosto, 2006
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1 comentario:
Estoy el el Cusco, dándome un baño de cultura inca. Acabo de bajar del templo de Sacsaywamán, completamente impresionado. Esta noche intentaré escribir un poco. Duro con esas fiestas y esa Salamadra, que son pocas y cobardes. Besos.
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