01 agosto, 2006

El día que cené en una comunidad evangelista

Deambulando, acabo en la puerta de la municipalidad (el ayuntamiento) a eso del mediodía, y asomo el hocico a ver que se cuece (¿no digo que la cabra tira al monte...?) En esto, una mujer que está también frente a la puerta me aborda. Una mujer no sé si joven o no, aunque a mí me parece más bien joven. Una mujer menuda, de rasgos genuinamente andinos y ciertamente no desagradables. Porta una mochila y ropa más o menos deportiva.

Ha caído la tarde ya y aún sigo con Ruth. He paseado con ella por todo el pueblo. Hasta los barrios exteriores sin pavimento en las calles. Al otro lado del puente. He subido al mirador. Me ha contado buena parte de su existencia y yo le he contado un buen fragmento de la mía. Nos hemos hecho fotos que habré de enviarle. Detecto en ella una mujer de carácter, hecha a sí misma, segura. De hecho va sola por el mundo: es soltera. Cuando nos preguntamos la edad, no acierto la suya pecando por abajo, pero la gente andina siempre parece más joven de lo que realmente es. No sé por qué se ha acercado a mí ni por qué confía en mí tan ciegamente. Al fin y al cabo soy un perfecto desconocido. Pero, casi desde los primeros minutos, ya me ha ofrecido que vaya a su pueblito, que está al lado, a conocerlo, a conocer su casa, incluso a dormir en ella, con su mamita, a la que cuida desde que vino de la capital hace pocos meses. Yo veo la gran oportunidad de hacer una inmersión verdaderamente profunda en la cultura de estas gentes admirables, y tras hablarlo a lo largo del día, acepto y cancelo el pasaje para el autobús del día siguiente. Dormiré una noche en su casa y partiré un día más tarde.

Ya es de noche, y ella tiene que ir al negocio de unas amigas a decirles algo. Durante el día ella ha mencionado alguna vez algún aspecto espiritual, sobre sus creencias, pero muy de refilón. Yo le he dicho que soy de educación católica, pero sabiendo que en la sierra el sentimiento religioso está muy arraigado, no me atrevo a decirle mucho más al respecto. Todo lo más que añado es que "no soy muy practicante". Lo único que intento con ello es no ofender sus sentimientos religiosos, que detecto profundos.

Entre ellas, entre sus amigas, se llaman hermana o hermanita. A mi pregunta sobre si son familia ella me dice que son hermanas en Nuestro Señor. Yo sigo pensando que el sentimiento religioso serrano pesa en las costumbres, y no le doy más importancia. Hasta que una de las amigas, una vez presentados, me dice algo así como "¿simpatizas con los evangelistas?" Momento en el que me doy cuenta de todo, sagaz que es uno. Aunque hay que decir que Ruth tampoco me dió ninguna pista y la conversación, aún siendo profunda e incluso intensa por momentos (Ruth es de esas personas con las que te sientes relajado conversando), versó durante todo el día sobre los aspectos más mundanos que os podáis imaginar.

Ruth me dice que si quiero ir a la iglesia con ella. Yo, me arrojo y acepto. Y, en el transcurso de algo así como una hora, recibo una de las experiencias más intensas que he tenido en mi vida.

Una vez dentro de la iglesia, que es un local con jardín, la iglesia propiamente en un extremo y un comedor o local de reuniones en otro, me presenta a sus hermanos y al Padre, Aarón. En este momento, puestas las cartas sobre la mesa y sentados ella y yo en un banco del jardín, empieza su labor de apostolado conmigo, a la cuál adivino que está obligada. Ruth tiene un perfecto dominio de la Biblia y es una gran argumentadora. No en vano es misionera de su iglesia, lo cuál es un cargo que detecto importante. Yo al principio contrapongo alguna idea a lo que me dice, pero al final me relajo y paso a escucharla extasiado. Me habla de su creencia, de la historia de su iglesia, de la historia de la iglesia católica, del profundo odio de los católicos hacia los evangelistas (que yo detecto recíproco), de la llegada de los últimos días, de quienes son los verdaderos cristianos, de los preceptos morales de la Biblia,... Nunca vi una oratoria tan meticulosamente entrelazada. Pero no será la última de la noche.

En un momento dado, pasamos al comedor y soy invitado a cenar, cosa que considero un honor ya que todos saben ya que no pertenezco a su iglesia. La cena consiste en una especie de jalea o gelatina dulce y densa con fragmentos de frutas que algunos de ellos comen con pan; yo, ante la bomba calórica, rechazo el pan educadamente. No recuerdo el nombre del plato, pero es sabroso. Y es ahí, mientras cenamos, cuando el Padre Aaron entra en acción.

Si la prédica de Ruth me entusiasmó, la de Aaron me alucina. Nunca vi tanta fuerza oratoria en un ser humano. Indudablemente, Aaron es un lider nato. Sus argumentos se fundamentan en una habilidad impresionante para tocar los sentimientos de los hombres, junto con la Biblia a cada paso siempre traída a colación en el momento adecuado para provocar un efecto determinado. La técnica es perfecta; sería un político arrollador. En pocos minutos, recibo una explicación completa de lo que es la iglesia evangelista, sus creencias, que se pueden resumir en una interpretación casi literal de la Biblia, y su fundamento esencial: o estás con Cristo o estás con el demonio. Y estar con el demonio supone la condenación eterna ya que al final "todos serán juzgados". A mí se me ocurren miles de argumentos durante su prédica, pero desisto ante la intensidad del personaje y también sabedor de estar en minoría. Así, relajado una vez más, escucho el discurso sin apenas interponer palabra, disfrutándolo de hecho. Me cuenta su terrible experiencia previa a su conversión. Malechor de la peor calaña, inmerso en todos los vicios y con las manos manchadas de sangre incluso, se vuelve a Cristo ante lo que él consideró un milagro: cuando salió de un trance dificultoso en el hospital. Termina su prédica con una oración que eleva por mí en la que le acompaña toda la comunidad, unas ocho personas en total, pero cada uno con una oración distinta. El momento es alucinante. Aaron llega a llorar mientra ruega a Dios por mi conversión, por mi salvación, por mi vida eterna. Y lo que yo percibo en ese momento es que el llanto es sincero. La oración termina, y se pone en pie, estímulo ante el que yo mismo me levanto. Y es entonces cuando soy abrazado por los brazos robustos de esta persona intensa como pocas haya visto en mi vida.

Abandono la iglesia con Ruth, aún impresionado, pero en ningún momento asustado, más bien al contrario. Ante un comentario acerca de la potencia de ese hombre, Ruth dictamina con cierta frialdad que "es un buen instrumento de Dios" o algo así. Ya recuperado, no tengo más remedio que decirle a esta mujer admirable que he pensado en rechazar su oferta de pasar una noche con su familia. Y la rechazo con todo el dolor de mi corazón: Ruth, aparte de sus creencias, es una mujer verdaderamente interesante y, por añadidura, podría haber sido la puerta que necesito para entrar en el Perú profundo. Pero, lamentablemente, su pertencia a la iglesia evangélica me ha de aportar una visión sesgada de la realidad andina, aparte de que no deseo someterme a otra sesión como la vivida, y se lo explico añadiendo, que, si realmente se ha sembrado algo en mí como ellos sostienen, necesito saberlo por mí mismo y sin presiones. Ella cree que salgo huyendo, pero no es exactamente así. Vuelvo a cambiar el billete de autobús para la fecha original. Ruth me acompaña y al final nos despedimos ante la puerta de mi hotel, no sin antes intercambiar información de contacto.

Una vez meditado, un día pasado, llego a la siguiente conclusión. Toda su moral consiste en actuar para conseguir una recompensa ya que el fundamento de su creencia es la promesa de la vida eterna. Hay dos caminos, dice Aaron, el estrecho y el ancho. Si sigues el ancho te condenas. En esto no difieren en nada de otras creencias, pero en su caso la intensidad de su fe es arroladora y su fundamento moral, la Biblia, obliga a preceptos de comportamiento ciertamente rigurosos.

Ellos dicen que sólo si comprendes esto eres libre. Y debo al Padre Aarón haber llegado a aprehender este concepto como nunca hasta ahora lo había hecho, a pesar de haber meditado en ello. Realmente, si sabes que tienes ganado el cielo, no tienes por qué tener miedo a morir. La muerte no sería nada más que un cambio de estado. Es una idea sencilla, que desde nuestra educación católica también existe, pero nunca había sentido como anoche la sensación de que hubiera personas que actúan en cada instante de su existencia como si realmente les fuera todo en ello.

Pero lo que no les puedo perdonar es que usen el miedo como instrumento de convicción. En un momento del discurso, Aaron llega a decir (no literalmente): "sálvale, no sabemos cuándo nos aguarda la muerte, cuántos turistas como él mueren mientras visitan nuestro país, no permitas, si se ha de dar, que muera sin haberse salvado". Naturalmente, esas palabras metidas en una cabeza racionalista y positivista, con formación científica desde niño, no hacen ninguna mella más allá de la sorpresa del momento. Pero imagino el efecto que puede producir una personalidad tan absolutamente excepcional como la de Aaron en las gentes sencillas de la Sierra.

En todo caso, Aaron habla del camino estrecho como camino de salvación, y se sabe libre porque, habiendo elegido ese camino, ya no tiene miedo a enfrentarse a la muerte. Y yo digo, ¿qué camino es más estrecho, el del que se cree en la verdad de haberse salvado, o el que se enfrenta a la fría nada y, con ello a cuestas, intenta realizarse como humano, sencillamente humano, nada menos que humano?

Nota: Ni Ruth se llama Ruth ni Aaron, Aaron, aunque ambos tienen nombres bíblicos también en la realidad. He decidido proteger su identidad así como el lugar concreto de los hechos por respeto a ellos, agradeciendo profundamente que en todo momento ellos también me respetaran a mí y me hicieran sentirme acogido. Y especialmente a Ruth, que, sin duda, será una de las personas conocidas en este viaje que con más intensidad recuerde a mi vuelta a España.

7 comentarios:

nacho dijo...

¡Hola Julio!
Ya leo que sigues de maravilla y disfrutando como un enano.
Cada día tienes sensciones diferentes y vivencias nuevas por lo que cuentas.
Menudo viaje más cojonudo.
El lunes salgo de viaje a Malta ,(San julian)en el norte de la isla.
Estaré allí una semana y espero localizar rápidamente un lugar donde meterme en internet para leer tu blog.
Cómo van las provisiones que te dio Maripaz? Por lo que neo neng ya te llaman el gigi el amoroso "andino".Que éxito, jodío.
Ahora en serio, me parece fascinante lo que cuentas y sobre todo, la sensación que transmites de estar disfrutando una barbaridad, al fin y al cabo es de lo que se trata.
Por aquí se te echa de menos, no lo olvides.
P.D. El dia de Santa Marta, los camareros con lágrimas en los ojos ,te rindieron un homenaje y según he podido investigar estaban compinchados con la del mostrador de Iberia para que te deportaran lo antes posible.
Un abrazo Julio y ya sabes cuídate.

La profesora dijo...

Querido Julio, se nota que tienes pluma para relatar las cosas....
Me muero de envidia de no disfrutar de ese viajexperienciavida...
Bueno, la fiestas de San Roque han podido con nuestros planes de vacaciones, nos quedamos aquí y dejaremos el ocio para septiembre.
Jose Cañadas quería ponerse en contacto para temas de afilador, tendremos una reunión este viernes.

¡Hasta pronto Julete..¡

Julio dijo...

Elena: Ya te hechaba de menos yo por aquí a tí. Me alegro de leerte". Lo de la Pachamama debe de celebrarse fundamentalmente en el Cusco; en el resto de los sitios te aseguro que lo que predominaron son lo que llaman las Fiestas Patrias, que han sido el día 28 (aniversario de la independencia) y adyacentes, con fiestas de lo más anodino que te puedas imaginar (grupo de música en las plazas y todo eso, tipo Sigüenza). Además yo creo que tienen un poquito de lío porque en La Unión, que está cerca de la capital de uno de los cuatro reinos incas y tienen unas ruinas de un templo, el día 27 han celebrado el Inti Rami ese o como se llame (la fiesta del sol), más que nada como atracción turística (debe de ser el primer año que lo hacen), pero no fui (estaba en Huaraz). En cualquier caso, no pude vivir nada de nada ayer porque me pasé la mitad del día en el autobús y casi la otra mitad con la chica de la agencia contratando un recorrido para Tingo María (ejem). Bueno, mañana os cuento que es tarde ya.

Julio dijo...

Nacho: así que no podías irte de vacaciones, pedazo de pendón... Y ¿cómo viajas, mejorsolo o bienacompañado? De las provisiones te contaré mañana, que hoy ando en negociaciones (jeje). Y a los camareros, diles que se preparen para el mes de septiembre, que por aquí ni la Cristal, ni la Arequipeña, ni la Pilsen, ni siquiera la mismísima Cusqueña llegan a la suela de los zapatos a mi querida San Miguel. Que vayan preparando provisiones para desquitarme, please...

Julio dijo...

Nines: di que tengo soltura en la redacción, que te gusta el fondo o la forma, que hago buen uso de la metáfora y aún de la sinécdoque, pero, porfa, no me digas que tengo pluma. Na, no por nada, es que luego todo se sabe ;-)

Bueno, de las vacaciones, que las disfrutéis como os merecéis en la mejor forma posible. Pero no trabajes tanto que te vas a amolar, querida...

Tomo nota de lo de Jose. Thanks.

Anónimo dijo...

Hola, Julio. Te leo a borbotones... Dejo pasar tres o cuatro días y de repente te han pasado montones de cosas emocionantes mientras que aquí la vida sigue como de costumbre, en mi caso entre tomates, acelgas y calabacines (muchísimos calabacines), el ladrillo de derechos humanos de rigor y atrincherados en el molino frente a las hordas de vacacioneros de agosto.
Me encantan tus crónicas. Cuántos mundos caben en este mundo... Cuánto tendríamos que viajar todos...
Que sigas disfrutando tanto y sacándole tanto jugo, y nosotros que lo leamos.
Muchos besos
Beatriz

Julio dijo...

Hola Bea. No creas, que lo de los calabacines tiene su aquél. Y el atrincheramiento no me digas que no tiene emoción (vigila al de la motosierra, que luego ya sabes...) Si te sirve de consuelo también he tenido que sufrir las hordas de veraneantes, no te creas, en Huaraz; aquello parecía la sierra de Madrid en fin de semana. En fin. Qu me alegro mucho de tenerte por aquí. Besos.