24 agosto, 2006

Planes en Puerto Maldonado

Puerto Maldonado es de esos lugares agradecidos. Bajo su apariencia anodina, de pueblo grande en el que nunca pasa nada, hay todo un tejido de relaciones, soterradas, invisibles, en las que las organizaciones de voluntariado juegan un papel preponderante. Y es que en un sitio en el que se concentran las mayores reservas de biodiversidad del planeta y los mayores depredadores de biodiversidad del mundo; en un lugar en el que conviven las comunidades rurales más necesitadas con la mayor ostentación turística concebible, en la forma de "lodges" de lujo en plena selva; en un sitio así, digo, no se puede permanecer indiferente.

Conocí a Isabel el lunes, hace tres días. Ella es de Vallecas, trotamundos y voluntaria en actividades ambientales en Puerto. Aunque Alberto, a quien conocí en Cusco, también ha aportado amablemente sus contactos, ha sido al final ella la me ha introducido de verdad en el mundo invisible de Puerto Maldonado. La espera de dos días "en puerto seco", literalmente, a punto ya de tomar el avión para el Cusco en busca de una nueva ruta, al final ha dado fruto y ha merecido la pena. Mañana voy con ella y con el director de turismo de la Reserva Tambopata al Lago Sandoval. Yo estoy deseando compartir con ellos lo que esté en mi mano e incluso me encantaría trazar planes de futuro al respecto. Y el sábado, la guinda. Me embarco rumbo a la comunidad rural de Baltimore con el equipo que coordina Rocío, zoóloga ella y absolutamente simpática, que está trabajando con las comunidades locales en aspectos sociales (desde construir simples letrinas) y de desarrollo sostenible (hasta apoyar iniciativas de turismo dentro de las comunidades). Es decir, allá que voy directo al pie del cañón. Serán tres o cuatro días (y lo que surja después) que, presiento, me costará olvidar.

En fin, me quedan quince días por acá, pero no sé por qué tengo la impresión de que Puerto Maldonado va a ser lo último que vea de momento de este amplio y variado país. Claro que decir ese "solo" es como decir la inmensidad. Y es que Puerto es más que una ciudad, más que un simple puerto amazónico. Puerto Maldonado es todo un rincón del mundo, un gran pedazo de la tierra, entera y semivirgen, dispuesto a recibir con los brazos abiertos al que quiere dejarse abrazar. Me han advertido de que el que recala por aquí se queda. De momento no aspiro a tanto. Aunque iré dando cuenta de lo que pase...

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Buenas Julio, interesante tema el del turismo, odiado y buscado al mismo tiempo. ¿Buen tema para una tertulia en la alameda con un zumo de carambola en la mano?. Bueno vale con una cerveza.

Un abrazo
Chele

Julio dijo...

Sí, aquí todo es un ten con ten, como buscar el punto justo en el que la cuerda no se rompe pero casi. Lo que hacen estos chicos es concienciar a las comunidades indígenas de que tienen que cuidar su propio medio, y una manera es que vivan de él. El mito del buen salvaje no existe y el ser humano destruye, normalmente por superviencia, en todos los sitios. Sí, buen tema para discutir ante un jugo de carambola. Creo que en el Alcampo las venden.

nacho dijo...

Las ganas que tengo de pasar una noche en el kiosko sin horas, café o cervecita encima de la mesa y escuchar el viaje.Todo aquello que no has podido colgar en el blog y ver fotos,uff no te lo imaginas Julio.
Como siempre, ya sabes cuídate Julio