Toda comparación es prescindible, pero imaginad el ambiente del Boris cuando pincha Javi y estamos diez o doce amigos en todo el local; o el de la Oveja Negra de Alcalá de Henares, "ellas", nosotros y la música nada más; o, salvando las distancias por el tipo de local, el del Kaptux de Guadalajara en plena camaradería. Imaginad un local pequeño, con la barra al otro lado de una columna, bastante madera y no demasiada luz, cuatro o cinco mesas y un escenario diminuto, pegado a una pared, en el que se suben los músicos casi como la salamandra del chiste. Imaginad en cada mesa gente distinta como si todos fuéramos amigos de toda la vida. Las dos rubias de iu-es-ei de la del rincón que pronto se animan a mover el esqueleto en el breve espacio entre dos mesas. La canadiense que va sola y nos pide una silla, y se sienta con nosotros dos. La pareja de Valencia, enrrollaetes ellos, que ponen un par de cervezas en el escenario, para los músicos. El grupo variopinto de detrás, con ingleses, australianos y belgas. Y el chico andino apoyado en la columna, de tez morena, larga cabellera negra, indio de pies a cabeza; le pregunto a mi amiga sobre sus rasgos elegantes, que me recuerdan un cuadro de algún jefe inca visto en algún museo, y ella me confirma con visión femenina que es ciertamente un chico muy guapo. Más gente en la barra, y otros que entran y salen. El local está abarrotado, o sea unas treinta personas, y el ambiente es denso y pegadizo... tanto que uno no puede escapar e irse a casa. Corre el daikiri y la cerveza ("Cusqueña", por supuesto) y, a medida que van sucediéndose los temas, el cantante va presentando cada mesa. "Un aplauso para las dos amigas de iu-es-ei." "¿De España? ¿Y de Perú? Un aplauso por la fusión." Ya nos conocemos todos. Hoy tocan cinco muchachos; una guitarra española conectada al amplificador que lleva los punteos y suena que estremece; un bajo eléctrico al lado izquierdo; el que canta, con otra guitarra española para los rasgados, un animador nato; uno que sólo toca lo que creo reconocer como una caja peruana; y otro, que canta y apoya en general. Todos ellos, menos el del bajo, con rasgos andinos cien por cien. Tocan mucha música que ha estado de moda en España, de los ochenta, La Unión, Gabinete, esa versión del Hotel California de no se qué chunguitos o similares, La Flaca, en fin, variadito y conocido, al menos para los hispanohablantes, que estamos en nuestra salsa. También tocan un porrompompero versionado que me encandila, "mirá, mirá que yo soy andino, y ten, y tengo sangre de quechua en lá, en lá palma de la manoooo; porompompóo...".
El "Kilómetro Cero", sanblasino y cusqueño él, es de esos locales en los que encajas. Cada uno tiene el suyo y cada uno lo sabe reconcer. Basta entrar y tomar la primera copa el primer día para tener la certeza de que no será la última vez. Yo ya llevo tres noches acudiendo desde que arribé en el Cusco. Todos los días tienen directo. Hoy toca música peruana...
He quedado allí con Alberto dentro de dos horas. Lo conocí ayer en el Kilómetro Cero. Él es bilbaíno y trabaja con indígenas en la selva, lleva tres años viviendo en el Perú, y trata con temas ambientales, mafias de la madera, nuevas carreteras y demás. Llevamos la misma ruta, hacia Puerto Maldonado, y estamos planeando vernos allá. He retrasado un día mi salida de Cusco por ver qué plan tenemos. Me encantaría que en vez de volar me ofreciera unirme a su grupo, que parten mañana o pasado en un viaje de tres días por carretera, con trabajo durante el camino. Ya os contaré.
18 agosto, 2006
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6 comentarios:
¿Cómo que mezcla española-andina? Pero que pasa por ahíiii..que no paras Julio.
Las guiris yanquis prometían o no.
Bueno, sigue disfrutando que me parece que Maripaz se quedó algo corta, ¿no?
Cuídate , Julio.
P.D.¿Sabes ya algo de la fecha de regreso?
Por cierto Julio, me dice el Ricar que prepares 300 euros para la vuelta, que más o menos es lo que llevas acumulado en la cuenta de pendientes...
Saludos y como siempre, cuídate
Nacho: eres un mal pensado, no es lo que aparenta, jaja. El Cusco es una ciudad que te encantaria. Hay un ambiente increible, y se conoce gente casi sin querer. Lo de anteanoche es el resultado de aquel deambular melancolico del otro dia, para que te hagas una idea...
Regreso el 8 de septiembre (aterrizo alli el 9), asi que dile al Ricar que no se vaya a quedar sin sanmigueles para el vermut de ese domingo, jaja.
Cuenta con que el 9 estoy a recogerte, ¿vale? Aún queda tiempo y ya me irás diciendo números de vuelo, horarios y esas cosas.De momento sigue disfrutando mucho Julio.
Tengo unas ganas enormes de sentarnos en el kiosko o en la antigua de tranquis y que me cuentes el viaje mientras nos tomamos las cervezas que hagan falta.
Como siempre, cuídate Julio.
Gracias, Nacho. Te advierto que aterrizo a las siete de la mañana... Yo también tengo ganas de sentarme en el quiosco y contaros aventuras. Y sobre todo experiencias. Os aseguro que el Julio que llega no es el que se fue...
Pues a las siete allí estaré de muy buena gana.
Imagino Julio como bien dices, que no eres el mismo que se fue.Leyendo cada uno de tus comentarios me voy dando cuenta de ello.
Recuerda también que es muy difícil deslindar el sentimiento de la implicación.Cuidado con esa delgada linea.
Por otra parte, ójala que la vuelta a la "civilización" no te haga perder esa perespectiva que traes.Cosa que veo harto difícil por varios motivos,pero sobre todo por dos:
Uno por tu manera de ser.
Otro porque las vivencias que nos vas relatando , me parecen demasiado intensas como para que a pesar del atontamiento europeo se difuminen en el tiempo.
Como siempre, ya sabes Julio: cuídate.
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